María Magariños. Psicóloga sanitaria y psicóloga infantil, colaboradora de PsiquePontevedra.

Este pasado fin de semana tuve la oportunidad de asistir a la Jornada sobre alta capacidad cognitiva impartida por el profesional de la Psicología Educativa Luís Rodríguez Cao en el colegio Oficial de Psicología de Galicia en Santiago de Compostela.  Quiero compartir con vosotros uno de los aspectos que considero de los más importantes  a la hora de hablar de alta capacidad intelectual: los mitos que rodean a estos niños.

Es bastante común que los niños con estas capacidades sean percibidos como alumnos brillantes en todas las materias o, en el polo opuesto, como niños con fracaso escolar. La realidad nos dice que no necesariamente alcanzan un rendimiento muy elevado en todas las materias escolares, si no que pueden tener “talento” para alguna en concreto o simplemente son niños muy precoces en sus primeros años de escolaridad. Lo que sí es cierto es que puede haber índices de desmotivación elevados ya que sus conocimientos y su ritmo de aprendizaje es superior a la de la mayoría de sus iguales, llevando esto a una falta de hábitos de estudio que, a medida que el niño va avanzando en sus estudios se van haciendo más necesarios y es entonces cuando puede aparecer el fracaso escolar.

Solemos pensar que los niños de altas capacidades o bien son unos inadaptados a nivel social o, en el otro extremo, que suelen ejercer de líderes. Ninguna de estas afirmaciones es completamente cierta, la realidad es que podemos encontrar tanta variabilidad en sus habilidades sociales como en el resto de la población, aunque hay matices. Los talentos verbales, artísticos/creativos o sociales no suelen presentar dificultades a la hora de manejarse socialmente de manera adecuada, de hecho son estos perfiles  los que pueden derivar más fácilmente en líderes. Serían los talentos lógicos o matemáticos los que tendrían dificultades a la hora de relacionarse con los demás. Estos niños poseen un tipo de razonamiento muy poco flexible y poco adaptativo, un vocabulario muy alejado del de sus iguales e incluso pueden tener intereses diferentes  a los de sus compañeros, todo esto hace que las relaciones con los demás se vean dificultadas. En otros casos lo que puede suceder es que desde la familia o el colegio se refuercen en exceso sus logros académicos, pudiendo llegar éstos a mostrarse intransigentes o despreciativos con compañeros que no alcanzan su mismo rendimiento.

Otro de los prejuicios que rodean a este sector de la población infantil es que se suele pensar que, al contar con muy buenas capacidades intelectuales no es necesario llevar a cabo una intervención educativa o, bien en el otro extremo, como son tan infrecuentes tienen alguna patología. Como cualquier niño en edad escolar, también son merecedores de atención e intervención educativa siempre y cuando lo necesiten. Respecto a verlos como niños con alguna patología, es aquí donde necesitamos actuar con mayor “delicadeza” ya que corremos el riesgo de generar inseguridades y dudas (incluso ansiedad) en el niño y su familia al entender que sus diferencias respecto a los demás pasan por una intervención terapéutica completamente innecesaria.