Posiciones e intereses. Partamos de la base de una naranja… El antiguo caso de dos personas que pugnan por la última naranja del frutero (seguro que alguna vez nos ha sucedido), la posición de cada una de las personas es la naranja por lo que deciden partirla a la mitad tras mucho discutir.

¿Se ha resuelto el conflicto? No, ambas partes han quedado disconformes. ¿Por qué? Porque cada uno tenía su posición, pero no se preocuparon de mirar más allá.

En realidad uno quería comerse la naranja, y el otro lo que necesitaba era la piel de la naranja para hacer una tarta. Por ello, si hubieran dialogado para conocer los intereses y no se hubieran centrado en sus posiciones exclusivamente, el conflicto estaría resuelto de forma satisfactoria para ambos.

El conflicto aparece con frecuencia en nuestras vidas y en ocasiones su gravedad es de tal envergadura, que se hace necesario acudir a un profesional que nos ayude a solventarlo pero… ¿es realmente necesario que sea un órgano judicial el que imponga la solución? La respuesta es rotundamente negativa.

Si bien el conflicto puede generar en nosotros angustia o ansiedad, ha de cambiarse la perspectiva y entenderlo como un proceso educativo, de aprendizaje y de consecución de nuestros objetivos, una vez superados los obstáculos que nos habían enfrentado.

Por ello, y como dueños de nuestro “conflicto”, hemos de valorar la opción de la mediación entendiendo a ésta como una gestión alternativa del conflicto. ¿Cuál es su ventaja? Que con la ayuda de un tercero neutral, son las partes las que alcanzan la solución, haciendo por ello que la misma perdure en el tiempo.

De esta forma, también seremos dueños de la “solución”, no tratándose nunca de una solución impuesta por un tercero ajeno a nosotros, que muchas veces ni nos entiende ni es consciente de la magnitud de nuestro problema ni de la forma en que nos afecta.

La relación entre las partes no queda rota tras el conflicto sino que se reconduce y transforma, porque el mediador ha logrado que encuentren una nueva forma de encarar y conducir sus disputas, dejando a un lado la lucha y trabajando en el acuerdo, a la vez que se restablece la comunicación.

Noemí Martínez González.

Abogada y Mediadora Familiar.