María Magariños. Psicóloga General Sanitaria.

No aguanta ni un minuto sentado en la silla…

La hora de la comida se la pasa chinchando a su hermana y levantándose de la mesa mil veces…

Su cuarto es una pocilga… allí es imposible encontrar nada…

Parece que no me escucha cuando le hablo…

Cumple sus tareas a medias…

Se le olvidan los libros en el cole…

Su profe está harta de llamarle la atención en clase…

¡¡Es que no para quieto!!

El poco rato que aguanta sentado no para de moverse… ¡parece que le quemase la silla!

Sus compañeros de clase no quieren estar con él…

 ¡No puedo más, me tiene agotada, ya no se qué hacer con él…!

 

¿A cuántos de vosotros os suenan esta retahíla de quejas? Estoy segura que si alguno tiene un niño con TDA/H le resultarán más que familiares todos estos comportamientos…

Los papás y mamás de un niño diagnosticado con TDA/H tienen cada día un nuevo reto por delante: que haga todos los deberes, que no pelee con su hermanita, que mantenga su cuarto ordenado, que no se suba al sofá… ¡Parece que el final del día nunca va a llegar!

Son muchos los padres que se ven desbordados ante un trastorno como éste y tras utilizar mil y una tácticas, ya desesperados optan por los gritos y el castigo. El castigo es una técnica de modificación de conducta  a la que muchos recurren como última opción, ignorando las consecuencias que a nivel emocional tiene sobre el niño. “¿Qué hacemos entonces?”, os preguntareis muchos… Pues aquí van algunos consejos sobre cómo manejarlos mejor:

  1. Prestarle atención. Compartir con el niño unos minutos de juego al día. El ser su compañero de juegos durante un buen rato hará que mejore la comunicación entre papá/mamá-niño al mismo tiempo que mejora también la relación entre vosotros y su autoestima se verá alimentada (ya sabemos que en los niños hiperactivos la autoestima suele verse afectada de manera negativa).
  2. Mucho, mucho refuerzo positivo. Cuando le demos una orden es muy importante acompañar al niño mientras la lleva a cabo e irle dándole refuerzo positivo sobre su conducta, “me encanta lo bien que lo haces”, “lo estás haciendo genial”, “muy bien”…
  3. Proponer metas realizables. De nada nos va a servir intentar que el niño haga del tirón todos los deberes o que en una hora tenga recogida la habitación; no lo conseguirá y ambos, padres e hijo, se frustrarán y terminarán enfadados. Es preferible respetar sus ritmos e ir marcando pequeñas metas para poco a poco aumentarlas. Además es importante que cuando le demos una orden lo hagamos en forma de petición de ayuda; cambiar el “tienes que poner la mesa” por “¿me ayudas a poner la mesa?” o “vamos a poner entre los dos la mesa”. Y SIEMPRE, SIEMPRE felicitarlo y premiarlo por todas las cosas que hace bien!
  4. Establecer rutinas y orden. Deben de ser los adultos los que pongan orden dentro del caos y desorden en el que suelen manejarse estos niños. Utilizar una agenda para anotar los deberes, realizar entre todos un panel de normas, revisar con el niño las tareas que debe realizar… son algunas formas de mantener cierto orden.
  5. Establecer castigos. Es importante que el niño sepa qué conductas conllevarán un castigo. Para ello es adecuado implantar un sistema de economía de fichas en el que todos participen en la elaboración de las normas/tareas y los premios /  Existen además otras técnicas de modificación de conducta  que podemos aplicar de manera contingente al mal comportamiento del niño como es el tiempo fuera.
  6. Escucharlo y entenderlo. Un alto porcentaje de estos niños muestra síntomas de baja autoestima, ya que son castigados con mucha frecuencia, sufren el rechazo de sus iguales, pueden tener percepción de incapacidad, etc. Por ello, es importante que empaticemos con ellos, que validemos sus emociones, que cuando apliquemos un castigo expliquemos largo y tendido el porqué… Y recordar siempre que lo que para los demás niños puede ser algo relativamente fácil de cumplir, para ellos supone un enorme esfuerzo!

 

Estas son solo algunas pautas muy generales para que el día a día sea un poquito más fácil. Cada niño es único, por eso, si tu hijo es un pequeño terremoto ponte en contacto con un profesional para que os pueda dar pautas específicas sobre qué y cómo hacer en cada momento.